jueves, 5 de mayo de 2011

El candidato: Un producto con el que no se aceptan devoluciones

Cuando es tiempo de elecciones políticas las calles se llenan de imágenes idealizadas con rostros sonrientes, bendecidos todos por la benevolencia del retoque digital que matizando la realidad nos muestran pieles más lustrosas, sonrisas más blancas y ojos más abiertos, que a gritos nos piden nuestra confianza y por supuesto, nuestro voto.

Después de ese primer impacto viene la propuesta, la oferta a vender, cimentanda en estudios de mercado que dan las bases para estructurar tanto las estrategias a seguir como para definir el tono y el estilo de los mensajes a comunicar. Cada candidato tiene la propuesta perfecta con la habrá de combatir la pobreza, la inseguridad, generará más empleo y ofrecerá mejores oportunidades de vida en general para todos.

El tercer ingrediente no menos importante en la ecuación después de la imagen de los candidatos y sus planes de acción es la empatía; que tan bien me cae, que tan amable parece ser, que tan cercano es con la gente.

Es por eso que los candidatos sabiendo esto tratan de incorporar en la medida de lo posibles grandes dosis de cada uno de estos 3 factores en sus campañas: Quieren verse bien, hacer buenas propuestas y sobre todo caer bien.

Sin embargo los votantes muchas veces pasan por alto otros factores que debiesen ser más importantes que los antes mencionados y que a la larga pesarán mucho más en nuestras vidas; como por ejemplo la experiencia del candidato en cargos públicos, sus logros, y quien será parte de su gabinete si es que éste logra el triunfo en la elección.

Habría que hacer un examen más a profundidad antes de decidir a quien querermos “contratar” como gobernantes, y ver más allá de ese rostro amable de la publicidad electoral para estar plenamente convencidos (o al menos tener una idea) de que la marca dará resultados a largo plazo.

Es importante recordar que a diferencia de un producto de consumo que nos permite darnos el lujo de probarlo y si no nos satisface entonces lo desechamos y comprar otro a la vuelta de la esquina, en este caso el producto que compraremos el día de la elección habremos de consumirlo nos guste o no, por años, con las consecuencias que esto tenga. Y lo peor del caso, es que no estará ninguna tienda abierta para aceptar devoluciones.

5 pasos para acabar con una marca

Es muy común que las empresas (o quienes manejan su imagen) crean que branding es tener una imagen gráfica homologada, un slogan que llame la atención y una relativa presencia en medios. Sin embargo, gracias a la fuerza que los medios digitales ha otorgado a los consumidores, ahora son ellos quienes deciden las reglas del juego y no están dispuestos a involucrarse y mucho menos a crear lazos con marcas que no ofrezcan un valor agregado a sus vidas.
A continuación comparto una lista que muestra 5 de los errores más comunes que cualquier empresa podría llegar a cometer si sufre de la terrible enfermedad de la miopía mercadológica, la cual mal atendida puede generar secuelas a largo plazo.

1- Prometer cosas que en el futuro no se piensan cumplir.
Es muy fácil caer en este error; cualquier investigación que arroje datos del consumidor con tendencias de sus gustos y necesidades puede pensarse que es la respuesta inmediata a las necesidades de marketing. Hay que preguntarse si será la empresa capaz de responder a esa promesa y hacer todos los ajustes posibles para que así sea.

2- Copiar lo que hace la competencia sin entender por qué hace lo que hace.
Otro error común es realizar estudios de “Benchmark” en el que se analiza lo que los líderes de la categoría promueven en sus estrategias de mercado para únicamente seguir sus pasos bajo la premisa de que “si a ellos les sirve, a nosotros también”. Hay que analizar primero a nuestra propia empresa para entender cual es su verdadero potencial.

3- Crear una estrategia de redes sociales e interactúar lo menos posible con sus consumidores.
Hay que entender que las redes sociales sirven para interactuar, para debatir, para aportar. Uno de los principales errores del branding es simplemente llevar los mensajes de los medios tradicionales a los medios digitales olvidando que cada medio tiene su propio lenguaje. En el caso de las redes sociales hay que estar listos para escuchar, para ser criticados y si abrimos bien los ojos, para aprender.

4- Cambiar de imagen y promesa básica tan frecuente como sea posible.
Hay diversas razones por las cuales las empresas cambian su imagen corporativa; las menos válidas son por seguir tendencias de moda, por los gustos personales de los directivos o por justificar el presupuesto de comunicación. Cualquier cambio debe responder a necesidades específicas del consumidor.

5- Procurar no tener una filosofía como empresa, y si la tiene no transmitirla a sus empleados.
Una filosofía puede ser simplemente una frase grabada en una placa, o una actitud con la que la empresa enfrenta sus retos. Es tan malo carecer de visión como tener una y no hacerla extensiva a su gente; cada empleado debe creer en lo que hace, y saber que su esfuerzo es valorado para covertirse en un embajador de su propia marca. ¿Si no se puede convencer a los de dentro, como hacerlo a los que se encuentran fuera?